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Mostrando entradas de 2016

La obsesión

Lo que más impresionaba de la parroquia al muchacho era su arquitectura, además de la cercanía de su punta (o chapitel) con las nubes. Las tocaba, las rasgaba, las destripaba y según cuenta la leyenda, era capaz de generar lluvias interminables, desapacibles, que solo se detenían con el trino de sus propias campanas. Lo verosímil de aquella historia al muchacho no le interesaba. Soñaba con algún día hacer sonar su badajo que yacía suspendido por una ignorada suma de años. Mucho tiempo después, el muchacho continuó con aquél anhelo, que surgió en plena curiosidad, y que con el tiempo, se fue puliendo, para convertirse finalmente en obsesión. Habrá sido su edificación media gótica? Sus perfectas ventanas circulares que invitan cordialmente a la luz del alba? Sus desconocidos y ocultos sótanos que motivan cien mil historias, cual más terrorífica que la anterior? Pese a no ser un devoto ni ferviente feligrés, había entrado ya varias veces; a celebrar misas, bautizos y también defunciones.

Un millón de estrellas

Mentalidad suprema, en el exterior, allí donde suben las estrellas, cuando el humo nocturno les entrega el vuelo que practican, como canarios sobre la vía láctea, sin barrotes que la rodeen. Y para aquellos quienes creían que las estrellas no cantan, sí!, cantan! por supuesto! en las mañanas cuando abren sus ojos, al igual que el faisán de emplumado arcoíris. Y cuando tienen hambre, para aquellos que desconocían sus hábitos alimenticios, se nutren del cantar de los grillos, d e la silenciosa alborada y también de los colores que adquiere la luna en cada uno de sus bailes. Y por si acaso creías que la estrella no tiene un enemigo natural, sí!, enemista! por supuesto que lo hace, a través de la eternidad, con lo humano que, con fuegos de artificio que ha bautizado como "luz del siglo actual y la civilización", oculta su hermosa capacidad de llamar la atención y de sentirse amada.

Cuentos para observar

La conveniencia horaria era mutua. Se juntaron frente al banco octavo, de derecha a izquierda, en el frontis del parque nacional de la ciudad, a las seis menos treinta pm. cuando los rayos solares eran menos intensos y cada vez desistían progresivamente en la lucha por sobrevivir frente a la inminente noche. No hacía ni calor, ni frío. Ella, retrasada por tres minutos, él, por seis. Se vieron desde lejos a las cinco y treintaicinco minutos. Él, absorto en quizás qué, la vio momentos después que ella, no obstante ella lo vio una vez pudo ser visto, aunque un poco borroso pues era una persona con una baja visión. El viento fue testigo del simple encuentro, y ambos lo notaban con gran evidencia, pues susurraba en intervalos precisos y constantes, armónicos y sonoros. Una orquesta se había planteado enjambrada y con demasiados testigos como para hacer oídos sordos frente a todo el espectáculo: las montañas se mostraban indecisas mirando desde lo lejos y alto, preguntándose si la obra ser

Confesionario

No puedo evitar describir el punto de mi vida en el cual me encuentro. En realidad, no sé si es un punto o una mera bifurcación, no sé si es algo que necesitaré más adelante o algo que solo me enseñará sobre lo malo que es la vida, pero aquí me encuentro, preguntándome si puedo rechazar todo esto. Y eso es inevitable, tanto así como el calor de verano. Haciendo el uso de la metáfora me encuentro sobre un bote en medio del inmenso mar, varado, sin combustible que me mueva ni brújula que me oriente, y sin más compañía que el sonido del agua golpeando contra lo único que hace mantenerme a flote.

La herencia del amor

¿Qué hemos alcanzado a heredar del amor, sino el odio? Tanto amores superficiales, intermedios, como finalmente profundos, nos dejan el testamento fuera de nuestras puertas a pocas semanas de su ruptura, de las extinguidas cenizas que quedan luego del olvido, de aquél intento por la comprensión de algo que jamás llegaremos a comprender. El amor por la humanidad, el amor por si mismo, el amor tal como es permite la libre interpretación de este, y así como el concepto de amor que tengo no es el mismo que tienes tú, se tiende a malinterpretar, permitiendo que el amor se sumerja en aguas turbias y profundas donde no puede salir nada más que obscuridad, o en este caso  —e n mi caso, el que expondré de ahora en adelante —   que odio. Como el amor no es una formula matemática ni es algo tangible, pues amor más amor no es igual a dos, tiende a perderse entre la escaramuza del mal-entendimiento. Basta con leer un poco de historia o ver un par de documentales para ser testigos de lo que les acab

Tratado del asombro

Las costumbres, las odiosas pero amadas costumbres permiten que nuestros ojos permanezcan vendados por bastante tiempo, más del que uno quiere, o simplemente, se percata... Más allá del tiempo, más allá de la cotidianidad, existe un punto en la vida de la especie humana, aquella especie despierta o semidormida, en el cual comienza a cuestionar hacia donde fija la vista, hacia donde dirige sus íntimos intereses, algunos superficiales, otros totalmente profundos e incuestionables. Es aquél punto el que define cómo vivirá la vida aquella persona, de qué manera la continuará, por ende, es totalmente trascendental. Aquí existen dos caminos, y quizás existan a su vez miles, pero considero que los que más abarcan son dos: uno completamente esencial para aquella cómoda con su estilo de vida y que no dejaría por nada, un asiento que ha sido testigo de su trasero por un tiempo indefinidamente eterno y que lo seguirá siendo; otro, por el contrario, que nos dirige hacia aquella vida dificultosa, l