No puedo evitar describir el punto de mi vida en el cual me encuentro. En realidad, no sé si es un punto o una mera bifurcación, no sé si es algo que necesitaré más adelante o algo que solo me enseñará sobre lo malo que es la vida, pero aquí me encuentro, preguntándome si puedo rechazar todo esto. Y eso es inevitable, tanto así como el calor de verano. Haciendo el uso de la metáfora me encuentro sobre un bote en medio del inmenso mar, varado, sin combustible que me mueva ni brújula que me oriente, y sin más compañía que el sonido del agua golpeando contra lo único que hace mantenerme a flote.
En esta clase del 7 de enero de 1954 Lacan se inmiscuye en el territorio de las defensas y la resistencia, dando cuenta de sus definiciones y sus problemáticas. A través de un ejemplo extraído de la clínica de Annie Reich, propia de la escuela inglesa, concluye una moraleja: es peligroso hacer una interpretación utilizando como coordenada el ego del analista, equiparándose con este acto al ego del paciente. La resistencia, adicionalmente, como aquello que suspende el trabajo asociativo, da cuenta de su vinculación directa con el contenido reprimido, una relación intima con lo Inconsciente. Duda, entonces, sobre el sentido del discurso que se despliega y, más importante, su origen: ¿Cuál es el sujeto del discurso? Llegando así a una consulta capital tras la lectura de la interpretación de los sueños, del caso del hombre de los lobos y otros, los técnicos de Freud. -----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
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