Las costumbres, las odiosas pero amadas costumbres permiten que nuestros ojos permanezcan vendados por bastante tiempo, más del que uno quiere, o simplemente, se percata... Más allá del tiempo, más allá de la cotidianidad, existe un punto en la vida de la especie humana, aquella especie despierta o semidormida, en el cual comienza a cuestionar hacia donde fija la vista, hacia donde dirige sus íntimos intereses, algunos superficiales, otros totalmente profundos e incuestionables. Es aquél punto el que define cómo vivirá la vida aquella persona, de qué manera la continuará, por ende, es totalmente trascendental. Aquí existen dos caminos, y quizás existan a su vez miles, pero considero que los que más abarcan son dos: uno completamente esencial para aquella cómoda con su estilo de vida y que no dejaría por nada, un asiento que ha sido testigo de su trasero por un tiempo indefinidamente eterno y que lo seguirá siendo; otro, por el contrario, que nos dirige hacia aquella vida dificultosa, l