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Mostrando entradas de febrero, 2016

Cuentos para observar

La conveniencia horaria era mutua. Se juntaron frente al banco octavo, de derecha a izquierda, en el frontis del parque nacional de la ciudad, a las seis menos treinta pm. cuando los rayos solares eran menos intensos y cada vez desistían progresivamente en la lucha por sobrevivir frente a la inminente noche. No hacía ni calor, ni frío. Ella, retrasada por tres minutos, él, por seis. Se vieron desde lejos a las cinco y treintaicinco minutos. Él, absorto en quizás qué, la vio momentos después que ella, no obstante ella lo vio una vez pudo ser visto, aunque un poco borroso pues era una persona con una baja visión. El viento fue testigo del simple encuentro, y ambos lo notaban con gran evidencia, pues susurraba en intervalos precisos y constantes, armónicos y sonoros. Una orquesta se había planteado enjambrada y con demasiados testigos como para hacer oídos sordos frente a todo el espectáculo: las montañas se mostraban indecisas mirando desde lo lejos y alto, preguntándose si la obra ser

Confesionario

No puedo evitar describir el punto de mi vida en el cual me encuentro. En realidad, no sé si es un punto o una mera bifurcación, no sé si es algo que necesitaré más adelante o algo que solo me enseñará sobre lo malo que es la vida, pero aquí me encuentro, preguntándome si puedo rechazar todo esto. Y eso es inevitable, tanto así como el calor de verano. Haciendo el uso de la metáfora me encuentro sobre un bote en medio del inmenso mar, varado, sin combustible que me mueva ni brújula que me oriente, y sin más compañía que el sonido del agua golpeando contra lo único que hace mantenerme a flote.

La herencia del amor

¿Qué hemos alcanzado a heredar del amor, sino el odio? Tanto amores superficiales, intermedios, como finalmente profundos, nos dejan el testamento fuera de nuestras puertas a pocas semanas de su ruptura, de las extinguidas cenizas que quedan luego del olvido, de aquél intento por la comprensión de algo que jamás llegaremos a comprender. El amor por la humanidad, el amor por si mismo, el amor tal como es permite la libre interpretación de este, y así como el concepto de amor que tengo no es el mismo que tienes tú, se tiende a malinterpretar, permitiendo que el amor se sumerja en aguas turbias y profundas donde no puede salir nada más que obscuridad, o en este caso  —e n mi caso, el que expondré de ahora en adelante —   que odio. Como el amor no es una formula matemática ni es algo tangible, pues amor más amor no es igual a dos, tiende a perderse entre la escaramuza del mal-entendimiento. Basta con leer un poco de historia o ver un par de documentales para ser testigos de lo que les acab